Embarazo adolescente: problema de salud pública e indicador de inequidad social
El embarazo adolescente es un problema de salud pública de enorme gravedad en Colombia, íntimamente asociado con la pobreza y la desigualdad social, fenómenos que se han agudizado en el país durante las últimas décadas.
Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS), la prevalencia de embarazo adolescente en Colombia fue del 20,5% en el año 2005 y de 19 ,5% en el año 2010. El problema es más grave aún en la población más pobre: la prevalencia de embarazos entre las adolescentes de 13 a 19 años pertenecientes a la población por debajo de la línea de pobreza es de 37 % y entre las mujeres de 19 años de la población desplazada, el 63% estaba embarazada o había tenido un hijo.
En el ámbito internacional se considera que las tasas de embarazo adolescente, al igual que otras, como las de mortalidad materna, son indicadores del desarrollo económico y reflejan los niveles de inequidad social de un país.
En Bucaramanga, según Ricardo Ortiz, investigador y profesor de Ginecología y Obstetricia de la UNAB, en el Hospital Local del Norte, institución que atiende personas de escasos recursos, registró en el año 2011, 712 nacimientos, de los cuales, 218 (30,6%) fueron en adolescentes, lo que significa que aproximadamente, de cada tres maternas que acuden al servicio, una es adolescente. Esta proporción de embarazos adolescentes se ha mantenido constante en los últimos 10 años.
Las causas del problema
Hay dos causas próximas del embarazo adolescente que son obvias: la iniciación sexual temprana en la práctica del coito vaginal y las enormes limitaciones en acceso de los adolescentes de escasos re cursos económicos a métodos anticonceptivos.
En estudios que hemos realizado, el 48,6% de las mujeres (edad mediana: 15 años) y el 66,8% de los hombres (edad mediana: 14 años) estudiantes de 10º y 11 º grado de los colegios públicos del departamento de Caldas, ya habían practicado el coito heterosexual pero solo una tercera parte de esos jóvenes de ambos sexos habían utilizado algún medio anticonceptivo en su primer coito vaginal (Useche, 2010). La situación es similar en el departamento de Santander.
Pero existen también causas estructurales, relativas a las políticas públicas en salud sexual y reproductiva, a la inexistencia o baja calidad de los servicios que presta el sistema de salud a los jóvenes y a las inequidades sociales ya mencionadas.
Desde 1993 han existido en Colombia programas nacionales de educación sexual pero como lo demuestran los datos mencionados no hay duda de que estos planes y programas son inefectivos en la prevención del embarazo adolescente. Los documentos gubernamentales como la “Política de Salud Sexual y Reproductiva” del entonces Ministerio de la Protección Social (2003) y los ” … lineamientos para una estrategia de prevención del embarazo adolescente … ” Documento Conpes 14 7 de 2012 son declaraciones de buenos deseos que generalmente siguen los lineamientos de los organismos internacionales interesados en la planificación familiar pero que no se acompañan con las condiciones que permitan establecer servicios de alta calidad dirigidos a atender la salud sexual de los jóvenes que más lo necesitan.
Como lo expresa muy bien Babatunde Osotimehin, director ejecutivo del Fon do de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), este problema, que, por supuesto no es exclusivo de Colombia, “es una expresión del fracaso de los sistemas y las instituciones que deberían estar protegiendo los derechos de los adolescentes”.
Igualmente, no hay recurso humano calificado suficiente en educación sexual, tampoco lo hay en prevención y promoción de la salud sexual. Las tasas de deserción escolar de los adolescentes por lo menos en departamentos como Santander son alarmantes. Por lo tanto, es creciente el número de jóvenes que no tienen acceso a algún tipo de educación sexual, ni de baja ni de alta calidad. No hay servicios médicos pediátricos ni ginecológicos, ni de atención primaria en salud sexual re productiva de alta calidad, o por lo menos no son suficientes.
No estamos en Suecia, pero un ejemplo ilustra lo lejos que estamos de adoptar medidas efectivas de prevención del embarazo en este grupo de población: en 1986 cuando las autoridades de salud identificaron que los jóvenes suecos que viajaban por Europa durante las vacaciones aumentaban el riesgo de embarazos indeseados, decidieron entregarles gratuitamente cuando compraban el tiquete del tren, una suficiente provisión de condones.
Desde el punto de vista de los contenidos de la educación sexual en Colombia, las políticas y estrategias de prevención fracasan porque los programas no parten de la necesaria aceptación de la realidad de la actividad sexual adolescente. La evidencia en la inmensa mayoría de los países indica que aproximadamente el 50% de las personas de esa edad se inician en el coito vaginal antes de cumplir los 18 años y que por lo tanto la educación sexual debe atender la realidad tanto de los jóvenes que se inician en las relaciones sexuales como los que no lo hacen.
En Colombia, el enfoque predominante continúa siendo el utópico de la promoción de la abstinencia sexual, a imagen y semejanza de los programas “Abstinence Only” que se implementan en los Estados Unidos.
¿Qué hacer?
Impartir educación sexual con fundamento científico basada en la evidencia. Esto implica aceptar la normalidad de la sexualidad adolescente y prestar atención a las diferencias en el comportamiento sexual y a la manera de entender y vivir la sexualidad de adolescentes hombres y mujeres. De igual manera, diseñar e implementar con educadores sexuales altamente calificados programas de educación y salud sexual dirigidos tanto a quienes no se han iniciado sexualmente en el coito vaginal como a quienes ya lo hayan hecho.
Establecer un nuevo sistema de salud que incluya atención primaria realmente universal en salud sexual y reproductiva de los adolescentes y que en particular permita el acceso de los jóvenes sexualmente activos a métodos de planificación familiar que les sean apropiados.
Y sobre todo, Colombia debe avanzar en la eliminación de la profunda inequidad social existente para que las mujeres adolescentes no tengan que desear un hijo para lograr algún respeto en sus comunidades y para sentir que tienen un lugar en este mundo.